Los antiguos mayas, famosos por sus logros en astronomía, matemáticas y arte, cultivaron un rico panteón de deidades, entre las que destacan tres figuras prominentes en la cosmología maya: Itzamna, Ixchel y los hermanos Bacab. Cada deidad simboliza distintos aspectos del mundo natural, contribuyendo al intrincado orden cósmico del sistema de creencias maya.
En la cúspide del panteón maya, Itzamná reina como dios supremo, retratado como una figura sabia conocida como el «Dios del Cielo, Gobernante del Día y la Noche». Como dios creador, Itzamna dio forma al universo, otorgando sabiduría a la humanidad. Venerado por su asociación con la escritura y las artes, Itzamna simboliza las facetas intelectual y espiritual de la sociedad maya, con templos dedicados a él que sirven como centros de aprendizaje.
En cambio, Ixchel, destacada divinidad femenina, encarna a la diosa de la luna, el amor, la gestación, la medicina y las artes textiles. La iconografía de Ixchel, a menudo representada como joven, incluye símbolos como un conejo, que representa la fertilidad, y una serpiente, que significa su conexión con el inframundo. Como deidad polifacética, Ixchel engloba los aspectos nutricios de la maternidad y las fuerzas transformadoras de la naturaleza, desempeñando un papel indispensable en la vida cotidiana de los mayas.
Cuenta la leyenda que Itzamna e Ixchel se unieron en matrimonio, dando a luz a trece hijos que gobiernan los trece niveles superiores de los cielos. Entre estos descendientes se encuentran los hermanos Bacab, un grupo de cuatro deidades encargadas de custodiar las cuatro esquinas del universo, que representan las principales direcciones de la brújula de la Tierra. Kan, Mulac, Iztayul y Coh, los hermanos, son representados a menudo como figuras ancianas que sostienen sobre sus hombros la bóveda celeste. Su responsabilidad de mantener el cielo y preservar el equilibrio cósmico subraya la profunda comprensión de los mayas de la interdependencia entre el mundo natural y lo divino.
En resumen, los dioses mayas Itzamna, Ixchel y los hermanos Bacab forman una tríada divina con intrincadas conexiones familiares, que simbolizan la interconexión de los reinos natural y sobrenatural. Su papel en la creación, la fertilidad y el equilibrio cósmico subraya el profundo sistema de creencias de los antiguos mayas, que refleja una profunda comprensión del tapiz entretejido de las dimensiones física y espiritual dentro de su cosmología.